3 de julio de 2013

El sentido común


Qué interesante me resulta la exaltación del sentido común.
Del sentido común como algo políticamente correcto.
Del sentido común como el camino hacia La Verdad.
Bueno... eso es una pelotudez.
Un tremenda pelotudez.
Una pelotudez más grande que el ego de algunos militantes renovadores.
O sea, una pelotudez muy grande.

Durante unos miles de años, un par de miles de años, unas cuantas giladas escritas por Aristóteles en su Física fueron dogma. Giladas dictadas por el sentido común. 
Por ejemplo: un cuerpo más pesado cae, siempre, más rápido que un cuerpo menos pesado.
Elemental ¡puro sentido común!
Esto fue refutado, recién, por Galileo.
Sin embargo esta gilada llegó hasta nuestros días:
¿Qué cae más rápido UN kilo de plomo o UN kilo de plumas?
Respuesta incorrecta con sentido común: el kilo de plomo.
Respuesta correcta con sentido común : caen los dos iguales por que pesan lo mismo.
No papá, no...
Caen iguales porque el campo gravitatorio atrae a todos los cuerpos con la misma aceleración.
Todo cae con una aceleración de 9.8 m/s².
O sea: todo cae con la misma velocidad.
Para ver esto sólo hay que evitar en lo posible la resistencia que pone el aire.
¡Hagalonn en sus casas!
¡Rompan con el sentido común!
Fijensenn dejando caer un almohadón de plumas y un cascote bien pesado.
Suelten a ambos a la vez desde la misma altura y vean como llegan al piso al mismo tiempo.
Alcanza un bollito de papel y una goma de borrar para ver lo mismo.
¿Vieron con qué poco se muestra que el sentido común es una pelotudez?

Desde otro punto de vista, sin embargo, el sentido común no es ninguna pelotudez.
El sentido común es una herramienta de El Poder.
El Poder crea el sentido común que le conviene.
En la Edad Media a El Poder le gustaba Aristóteles.
Y Aristóteles sostenía unas cuantas giladas.
Y El Poder nos convenció por siglos que los objetos más pesados caen más rápido.
Hasta que llegó Galileo y lo refutó. Y casi lo queman...
Pero refutado y todo llegó a nuestros días como jueguito de preguntas con trampa.

Galileo no impuso un cambio de sentido común.
No cambió el sentido común aristotélico por el galileano. No.
Nos mostró que el sentido común no es confiable.
Nada más ni nada menos.

Infinidad de personas sostienen que no se dejan influir por ningún medio y que eligen qué leer y, por lo tanto, qué creer por sí mismas. Sin embargo repiten cual mantras lo que El Poder les dicta.

Con El Pulpo nos declaramos enemigos del sentido común y hacemos nuestras las palabras de Dolina, Dorio y Barton vertidas acá, en La venganza será terrible.


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